Según leemos en la Biblia en Marcos 10:25 “Más fácil es que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el reino de Dios”, pero Jesús no afirmo que fuera imposible, y en la Biblia tenemos ejemplos de varios siervos de Dios que aunque fueron personas acaudaladas nunca dejaron que el amor por las riquezas sustituyera a su amor por Jehová Dios. Uno de ellos fue Abrahán o Abraham, un hombre muy rico, con grandes rebaños y vacadas, mucha plata y oro, y una casa muy grande que contaba con muchos centenares de siervos.