Los contracorrientes, por Kiyoshi Shigematsu. Lost Odissey, 1000 años de sueños.
Siempre han soplado vientos fuertes, a lo largo de toda la llanura cubierta de hierba.Quizás la topografía de la zona tenga algo que ver, pero la dirección del viento permanece constante, sea cual sea el momento o la estación.
Desde el este al oeste, desde el horizonte donde se alza el sol hasta el horizonte donde el sol se pone, barridos por el viento incesante, los deformes troncos y ramas de los arbustos, se inclinan hacia el oeste. Aquí no crecen altos pastos y, los que sí lo hacen, se inclinan hacia el oeste.Caravanas y pastores recorren la única carretera que cruza la llanura. Ellos no “vienen y van”, ellos sólo van, moviéndose desde el este hacia el oeste, usando el viento sobre sus espaldas para ganar distancia. Otros viajeros, al contrario, se dirigen desde el oeste hacia el este, utilizando siempre el tortuoso camino que serpentea alrededor de las montañas del sur. Este camino es más largo, pero mucho más rápido que cruzar los campos en dirección contraria al viento. El camino que cruza la llanura se llama “Wind Stream” (Senda del viento). Del mismo modo que la corriente de un gran río nunca cambia de dirección, los pasos de aquellos que utilizan este camino, no han cambiado de dirección desde un pasado muy lejano, ni parece que vaya a cambiar en el futuro: de este a oeste.
Figuras humanas que aparecen desde el horizonte donde el sol se alza, desaparecen sobre el horizonte donde el sol se pone.
Ellos nunca coinciden con otros viajeros, salvo en raras excepciones. La primera vez que coincidieron con Kaim en el “Wind Stream”, la chica sólo era una niña.
- ¿Así que, mi abuela estaba viva entonces?
En respuesta a la pregunta inocente de la niña, Kaim sonríe y responde:
- Sí, lo estaba. Y también recuerdo lo agradable que era aquella anciana.
Mirando hacia atrás en el camino, la niña apunta hacia la fila de colinas que desaparecen en la distancia.
- Mi abuela cruzó siete colinas en su viaje. ¿Son mucho siete?
- Sí. Tu abuela vivió mucho tiempo. La mayoría de las personas terminan su viaje tras cinco colinas y, cuando mueren, la familia construye una pequeña tumba en honor del fallecido, justo en el sitio donde terminó su viaje y entonces siguen su camino…
La niña apunta hacia el suelo donde ella está.
- Esto es lo más lejos que he llegado – dice ella con orgullo y una alegre sonrisa.
La religión de la niña y de su familia, se basa en una creencia de que si ellos dedican sus vidas a caminar siempre hacia el este, en sentido inverso a la corriente del “Wind Stream”, acabarán llegando hacia la parte más al este, donde se encuentra el origen del mismo “Wind Stream”.
Estas palabras llevan un toque de miedo y tristeza, pero también un poco de pena y burla.Los “Upstreamers” están desprovistos de los deseos mundanos. Viven sus vidas sin más propósito que viajar hacia el este a pié. Están libres de dudas. Traen a la vida a sus niños durante el viaje, y continúan su viaje mientras sus niños crecen. Cuando envejecen y sus fuerzas les abandonan, su viaje acaba. Pero el viaje de su familia continúa.De niño a nieto y de nieto a bisnieto, van transmitiendo su creencia. El viaje de la familia de la niña comenzó con abuela, la cual comenzó caminando desde el punto más occidental con su hija, que tenía entonces la misma edad que la niña tiene ahora.
Los “Upstreamers” no caminan durante todo el año, por supuesto. Durante la estación en la que el viento sopla especialmente fuerte (desde finales de otoño hasta comienzos de primavera), fijan su residencia en varias ciudades situadas a lo largo del camino, y se ganan un sueldo desarrollando tareas que los ciudadanos se niegan a hacer. Algunos “Upstreamers” eligen quedarse en las ciudades, mientras otros, por el contrario, se reincorporan al viaje en primavera. Se trata de personas que se han enamorado durante el largo invierno, o de chicos a los que les encanta viajar, o adultos que se han cansado de la vida en la ciudad.
Estas son las razones por las que el habitante de la ciudad mira con recelo a los “Upstreamers”.La madre de la niña fue una de esas que se unió al viaje a medio camino y esa misma chica, hace algunos años, se enamoró de alguien en una ciudad de algún lugar. Ella podría haber elegido vivir en la ciudad o haber invitado a su amante a unirse a ella en su camino.Ella aún no sabe lo que queda por venir. Su padre dice: “Es hora de irse”. Su breve descanso ha terminado.
Ella parece triste por tener que irse y se levanta de mala gana.
- ¡Qué mal! – dice – Me hubiese gustado hablar más tiempo contigo. Pero tenemos que llegar a la siguiente ciudad antes de que comience la época de nieve
Constantemente expuestas al viento, sus mejillas están rojas y agrietada, secos sus labios, pero tiene una sonrisa maravillosa con la que desea a Kaim un buen viaje. Es la serena sonrisa de aquel que cree completamente en su propósito en la vida, sin la más mínima sombra de duda.
- ¿Volveré a verte otra vez en algún sitio? – pregunta ella.
- Es probable.
Kaim responde, sonriendo de espaldas hacia ella, pero su sonrisa nunca podrá coincidir con la de ella. El se dirige a los campos de batalla como mercenario y, desde el momento en que la batalla en la zona occidental haya terminado, una nueva batalla habrá comenzado en el este.Será un solitario y cruel viaje, sin nada en lo que creer. La próxima vez que él se encuentre de nuevo con la chica durante el viaje, la sonrisa de Kaim tendrá incluso más sombras que ahora. Quizá como regalo de despedida para él, la chica recita unas cuantas frases:
¿Desde dónde sopla este viento?
¿Comenzará aquí su viaje?
¿Viene desde donde la vida comienza?
¿O comienza donde acaba la vida?
- Adiós entonces – dice la chica girándose. Un paso tras otro, su pelo se agita por el viento.Diez largos años han pasado y Kaim vuelve a encontrarse con la chica. Es primavera y los pastos están repletos de flores blancas.
Ella se ha convertido en la esposa de un joven hombre que confecciona y repara el calzado en una de las ciudades por las que pasaron.
- Esta es mi tercera primavera aquí – dice, acariciándose su hinchado vientre con cariño.
En unos pocos días, ella dará vida a un niño. Va a ser madre.
- ¿Y tu familia…? – Pregunta Kaim,
Ella se encoge de hombros y mira hacia el este.
- Ellos siguen con su viaje. Yo soy la única que se quedó aquí.
Kaim no pregunta por qué lo ha hecho. Seguir el viaje es una forma de vida y quedarse en una ciudad es otra. No puede decirse que uno sea más correcto que el otro. La respuesta de la chica se muestra en su cara sonriente.
- Pero nunca pienso en mí – dice ella mirándole con interés – No has cambiado ni un poco desde la última vez que nos vimos.
Para los cientos de años que tiene Kaim, diez años no es más que un cambio de estación.
- Algunas vidas son así – dice él costándole sonreír – Algunas personas en este mundo no pueden envejecer, no importa cuánto tiempo vivan.
El contempla a la chica, ahora convertida en mujer, y se pregunta si vivir eternamente por siempre es un hechizo o una bendición. La explicación de Kaim a duras penas es una explicación, pero la muchacha asiente con una muestra de aparente entendimiento.
- En ese caso – dice ella – tú deberías ser el que vaya al lugar donde comienza el viento. Serías el perfecto “Upstreamer”
Quizá ella tenga razón, después de todo la vida útil otorgada a los seres humanos es demasiado corta para alguien que viaja contra el “Wind Stream” y pretende llegar hasta su punto de partida.
Kaim contesta con un leve movimiento de cabeza.
- No estoy cualificado para hacer el viaje.
- ¿No? Cualquiera puede ser un “Upstreamer”. Cualquiera que quiera ver con sus propios ojos el lugar desde dónde comienza el viento.
Después de decir eso, la chica añade con un poco de tristeza:
- Aún nadie ha podido verlo, creo. El lugar donde comienza el viento. Ese lugar no está en ningún sitio. Incluso si así fuera, después de un largo viaje, uno llegaría a la parte más al este del “Wind Stream” y el viendo también soplaría allí. Y no sólo soplaría en la parte este. También soplaría el viento del oeste, el del norte, el del sur: vientos sin límite, sin fin.
Los seres humanos, a pesar de no poder vivir para siempre, se atreven a emprender un viaje sin fin. Esta podría ser una gran tragedia, pero podría muy bien ser una gran comedia. Sin embargo, Kaim sabe algo: uno no puede simplemente desechar esa idea como si fuera inútil.
- ¿Qué vas a hacer tú? – pregunta él – ¿Continuarás pronto tu viaje?Ella piensa en eso durante un segundo, acaricia su vientre hinchado, inclina la cabeza y dice:
- Me pregunto… si quizá quiero seguir viviendo mi vida como hasta ahora…. o si por el contrario, quiero volver a sentir el deseo de alcanzar el punto de partida del viento.
Todos los “Upstreamers” sin excepción dicen que nunca puedes saber qué podrá desencadenar tu vuelta al viaje. Un día, sin previo aviso, dejas atrás toda tu vida en la ciudad y comienzas a caminar.
No es sólo una cuestión de caminar como un “Upstreamer” e ir dejando atrás el camino. Mucha gente lo abandona de repente.
Las enseñanzas de los “Upstreamers” dicen que todos los seres humanos albergan en su interior el deseo de hacer un viaje sin fin. Seguramente, no son conscientes de ese deseo porque está muy oculto y mucho más escondido en el interior del pecho que en el interior de la conciencia. Pero en el momento en el que eso sale a la superficie, esa persona se convierte en un “Upstreamer. Incluso tú, si tienes ese deseo – dice la niña a Kaim.
- Me pregunto…
- Es cierto – dice ella – No preguntes.
La mirada en los ojos de ella es tan sencilla y libre de toda duda, como lo fue la última vez que se encontraron. Fijando en él su mirada, ella observa su propio pecho.
- Yo no la he perdido completamente
- Pero estoy seguro que tú eres feliz con tu actual vida.
- Por supuesto que lo soy.
- ¿Crees que llegará un día en el que querrás volver al camino, aunque eso signifique perder tu felicidad?
En lugar de responder, ella le ofrece una amable sonrisa.
Han pasado muchos años, pero ahora y entonces, algo le recuerda a Kaim las palabras de la chica: “Todo el mundo desea acabar su viaje”
Para Kaim, la vida misma es un viaje sin fin.
En el curso de su viaje, ha sido testigo de innumerables muertes y también de innumerables nacimientos. La vida humana es demasiado corta, demasiado débil y fugaz. Cuanto más piensa en la palabra “fugaz”, palabras como “eterno” y “perpetuo” le dan más sentido a su vida, como si fuera tan finita como cualquier otra cosa.
Ahora Kaim asiste al funeral de un “Upstreamer”. Un niño vestido de luto está junto a la carretera portando unas flores silvestres para los viajeros, e instándolos a “ofrecer una flor a una noble alma que ha hecho un largo viaje hasta aquí.”
Kaim coge una flor y pregunta al chico – ¿Era un miembro de tu familia?
- Así es, era mi abuela.
La cara del chico le recuerda a Kaim una imagen que el ya conocía.
La anciana que se encuentra en el ataúd debe ser aquella niña que Kaim conoció. Está seguro de ello.
- Mi abuela viajó durante mucho tiempo. Trajo a mi padre con ella cuando él era sólo un niño. ¿Ves aquella colina de allí? Ella empezó a caminar desde allí y más allá, y acabó su viaje aquí.
Así que, la niña debe haber acabado su viaje después de todo.
Volviendo la espalda a la vida en la ciudad, llevando a su niño de la mano todo el camino hasta el final. Su deseo de conocer el lugar donde nace el viento fue transmitido a su hijo, después a su nieto, y también lo será a las generaciones venideras.Dirigirse hacia una tierra que uno nunca podría esperar alcanzar y hacer eso generación tras generación, también es otro viaje sin fin. ¿Acaso es una tragedia? ¿Una comedia?
Quizá la sonrisa serena en la cara de la anciana dentro del ataúd sea la respuesta.Kaim apoya la flor en los pies de la anciana como una ofrenda.
Los miembros de la familia de la fallecida que han viajado con ella, se unen para cantar una canción de despedida.
¿Desde dónde sopla este viento?
¿Comienza desde aquí su viaje?
¿Viene desde donde comienza la vida?
¿O quizá comienza donde la vida acaba?
El viento sopla.
Se extiende por los grandes pastos.
Kaim da un largo y lento paso hacia su destino.
-¡Que tengas un buen viaje! -grita el chico.
Rosadas, como lo fueron las mejillas de la niña hace tiempo, las del niño forman una suave sonrisa como despedida al viajero.
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