Lost Odyssey es un RPG de la compañía Mistwalker para Xbox 360 que involucro a Hironobu Sakaguchi (director de Final Fantasy I al X) y a Nobuo Uematsu (compositor de la música de Final Fantasy I al XI y uno de mis compositores favoritos). Este juego incluye relatos escritos por Kiyoshi Shigematsu y que en el juego son recuerdos de acontecimientos ya olvidados que vuelve en forma de sueños que Kaim, el protagonista. Les dejo aquí el octavo de ellos de estos relatos.
- Viven en Conchas -
Se encuentra a oscuras.A diferencia de la oscuridad de la noche, esta es cerrada, carente de profundidad o extensión.
Oye una pesada puerta que se abre lentamente.
Un rayo de luz entra disparado, pero no está tan bien definido como eso.
Sin embargo, para unos ojos acostumbrados únicamente a la oscuridad, el débil destello se ve como fuegos artificiales.
-¡Parad! Por favor, ¡os lo ruego! ¡Soltadme!
Los gritos de un joven resuenan en el vacío.
Ninguna voz le responde.
En la oscuridad, Kaim cuenta los pasos. Han entrado tres hombres.
Los pasos descompasados probablemente son los que marca el joven. Los otros dos están perfectamente coordinados.
-Por favor, os lo ruego. Si lo que queréis es dinero, fuera os conseguiré todo el que podáis pedir. Lo prometo. Sabré agradecéroslo. Por favor.
La única respuesta de los dos hombres que han traído aquí al joven es el ruido metálico de una cerradura de hierro al abrirse.
-¡No! ¡No! Por favor, os lo ruego. Haré lo que queráis. ¡Lo que sea!
Un ruido sordo es el sonido de la carne al rasgarse y del hueso al dislocarse.Alguien se desploma sobre el suelo. Un grito ahogado. El ruido metálico de una cerradura de hierro al cerrarse.
Kaim sabe que han arrojado al joven en la concha de enfrente en diagonal a la suya. Cuando estás encerrado en una de estas conchas sin ventanas, tus oídos se vuelven sumamente sensibles.
-¡No lo hagáis! ¡Sacadme de aquí! ¡Por favor! ¡Quiero salir!
Por el sonido de la voz, Kaim imagina la cara de un joven con rasgos infantiles: un matón de poca monta apenas un escalón por encima de un miembro de una banda adolescente.
Sin duda, cuando aún estaba en la calle, solía pavonearse por la acera con sus astutos pero cobardes ojos mirando a todas partes.
Los dos hombres que lo han traído se mantienen en silencio hasta el final; sus pasos se alejan al compás. La pesada puerta se abre y se cierra de nuevo.
Sólo en la oscuridad, el joven berrea sus súplicas durante un tiempo, pero cuando comprende que no servirán de nada, grita hasta quedarse ronco, soltando una maldición tras otra hasta que empieza a sollozar.
-Cálmate –grita un anciano desde una de las conchas interiores-.
No te servirá de nada montar un alboroto. Ríndete, chaval.
Es la voz del hombre más viejo de los que viven en las alrededor de doce conchas alineadas en la oscuridad. Ya estaba aquí cuando mandaron a Kaim a este lugar.
Siempre calma y da consuelo a los recién llegados escandalosos.
-Si tienes tiempo de vociferar así, mantén los ojos cerrados.
-¿Cómo…?
-Tan solo asegúrate de seguir disfrutando tus recuerdos del exterior, como si fueran un trozo de caramelo.
De las conchas de los alrededores llegan sonidos de risas contenidas.
Kaim se une con una sonrisa y un suspiro.
Se supone que todas las conchas en esta oscuridad están llenas, pero pocos de sus habitantes se ríen.
La mayoría ha perdido las fuerzas para reír.
-Oye, chaval –el viejo sigue en su papel de asesor del recién llegado-, tanto alboroto no sirve de nada.
La mayoría ha perdido las fuerzas para reír.
-Tan solo cálmate y acepta tu suerte. De lo contrario… -y aquí aparece una nota de intensidad en la voz del hombre-, te sacarán de aquí con los pies por delante.
Eso es exactamente lo que le pasó ayer al inquilino de la concha del joven.
Había estado gritando intermitentemente durante un día. Hasta que llegó al punto de golpearse la cabeza contra la pared de la concha. Después nada… hasta que lo sacaron a rastras en silencio.
-Así que aguanta, chaval. No dejes que la oscuridad te trague.Cierra los ojos e imagina un bonito paisaje de fuera, cuanto más grande, mejor:el mar, el cielo o un campo de hierba inmenso.Recuerda. Imagina. Es el único modo de sobrevivir en este lugar.
Siempre da ese consejo a los recién llegados.
Pero el joven grita con lágrimas en los ojos:
-¿A quién diablos crees que estás engañando? ¿Sobrevivir en este lugar?
¿Y después qué? Sé lo que es este sitio. Una prisión “sin salida”.Mandan a los condenados a cadena perpetua aquí,les dan la comida justa para mantenerlos vivos y al final la palman de todos modos.¿Me equivoco? No hay nada por lo que tener esperanza.
Los gritos se convierten en sollozos de nuevo.
Esta es la reacción de la mayoría de recién llegados.
Y sus razones tienen. Esto es una prisión.
Cada “concha” es una celda solitaria con barrotes, y el sol brilla sobre el prisionero solo el día de su funeral.
-Todo el mundo muere, chaval, eso está claro.Pero no puedes dejar que tu mente se vaya antes que tu cuerpo.La esperanza no se pierde a menos que tú mismo la deseches –continúa el viejo en voz baja, y prosigue solemnemente-. El sistema bajo el que vivimos tampoco puede durar mucho más.
El viejo es un prisionero político. Como líder de una facción opuesta al gobierno, se resistió a la dictadura durante mucho tiempo hasta que finalmente perdió la lucha y lo encarcelaron.
Sin embargo, el joven no oye las palabras del viejo. Sigue tirado en el suelo llorando.
Este tipo no estará en su concha mucho más que su predecesor.En unos pocos días, o menos de un mes como máximo, se hará pedazos.
Así de fuerte es la oscuridad.
Privar al prisionero de luz es bastante más cruel que arrebatarle la vida en un momento.
-Vaya, vaya –reflexiona el viejo-. Este tipo no nos servirá de mucho en una fuga.El viejo revolucionario ríe. Puede que sea una risa auténtica o una fachada atrevida, pero en cualquier caso casi nadie responde con una risa.
Mañana por la mañana, o mejor dicho, y ya que en la oscuridad no hay una “mañana” bien definida, después de que duerman, despierten y tomen la siguiente comida, sacarán otro frío cadáver de una concha sin una palabra.
-Oíd, muchachos. ¿Cuántos estamos aquí ahora? –pregunta el viejo revolucionario-. Responded si podéis oírme.
-Te escucho –dice Kaim.
La única voz es la suya.
Vaya calamidad. Hace poco estábamos hasta arriba –el viejo ríe entre dientes.
-Me pregunto si habrá pasado algo ahí fuera –dice Kaim.
-Puede que sí –responde el viejo revolucionario-.
En mi opinión, este sería el momento apropiado para un golpe de estado o una revolución. Mi gente no va a estarse quieta mucho más…
-Eh, ¿cómo dijiste que te llamabas? ¿Kaim? ¿Te has dado cuenta de lo que ocurre?
Últimamente ya no encierran a tanta gente como antes, y de los que traen nuevos, la mayoría son auténticos don nadie que no merece la pena condenar de por vida.
-Pues sí…
El joven era uno de ellos, tan solo un ladrón de poca monta.
Lo que sucedió es que entró a robar en un almacén que pertenecía a un rico con contactos con un político poderoso. Por eso lo metieron en una concha.
Las conchas siempre solían estar llenas.
Traían aquí a un puñado de hombres, que morían;entonces traían hombres nuevos, y ellos morirían…
El chico era uno de esos. El terror de estar envuelto en tinieblas fue demasiado para él, y se hizo pedazos. Aparentemente al final tenía alucinaciones; “Ya voy, mamá, ya voy. Espérame, por favor, mamá…”, repetía una y otra vez al igual que un niño.“Dónde estás, mamá? ¿Aquí? ¿Estás aquí?”…y se arrancó los ojos con sus propias manos.
Supongo que las cosas se estaban poniendo feas ahí fuera,con la policía perdiendo el control, y el gobiernoa punto de derrumbarse, y por eso las conchas estaban siempre llenas.
Eso es lo que trajo aquí al joven.
Murió con la sangre corriéndole de las cuencas de los ojos y mascullando entrecortadamente: -¿Qué he hecho yo?
Todo el mundo lo sabe… Hay muchos tipos mucho peores que yo…
-Pero ahora esto está vacío. ¿Sabes lo que significa, Kaim?
Claro. Hay tantos crímenes ahí fuera que el gobierno ya no puede contenerlos.
Lo has pillado. Por lo que sabemos puede que ya hayan colgado a toda la familia real. Es una revolución. Ocurrirá cualquier día. Eso significa que tú y yo saldremos de aquí. Mi gente vendrá y nos sacarán. Tan solo aguanta un poco más.
Kaim asiente en silencio. El viejo revolucionario continúa.
-No muchos podrían permanecer en calma como tú, arrojados en una concha y envueltos por las tinieblas de esta manera.
Ni siquiera Kaim puede explicarlo.Es cierto que estaba extrañamente tranquilo cuando lo metieron en la concha.Parecía reconocer la oscuridad como un recuerdo distante. En el pasado remoto, puede que él también hubiera saboreado la angustia de los habitantes de otras conchas torturados por el miedo de estar encerrados en la oscuridad.
-No, yo no…
Apenas merece la pena hablar de su crimen. Se resistió a las preguntas cuando lo trajeron como sospechoso, por eso se le tachó de rebelde y lo metieron en una concha. Aunque el viejo probablemente tenga razón. Es casi seguro que la dictadura del país está en sus últimos días.
-Ya no queda mucho. Estaremos de vuelta en el mundo real antes de que nos demos cuenta. Tengo esperanza, y no la perderé hasta que no me abandone a mí mismo – masculla el viejo revolucionario como si tratara de convencerse a sí mismo.
Poco después la prisión cae. Jóvenes armados entran cargando en la oscuridad y abren las puertas de las conchas.
El viejo revolucionario abraza a su gente y sale.
-¡Espera! –grita Kaim, intentando retenerlo.
Pero es demasiado tarde. Ansioso por ver el nuevo mundo después de la destrucción del antiguo sistema, el viejo revolucionario sale afuera y abre los ojos.
Es por la tarde.
Aunque el sol casi se ha puesto, la luz es lo bastante fuerte como para quemar unos ojos acostumbrados a la oscuridad total.
El viejo revolucionario se pone las manos sobre los ojos y con un gruñido cae de rodillas.
Kaim se salva a sí mismo cubriéndose los ojos con el brazo.
Ni siquiera él sabe qué le hizo hacer esto. ¿Acaso los recuerdos del pasado le han enseñado que lo realmente aterrador del castigo en la oscuridad es lo que sucede después de la liberación?
¿Cuándo he estado prisionero y dónde? Y lo que es más importante, ¿cuánto llevo en este viaje sin fin?
Con los ojos sangrando, rodeado en el suelo por sus chicos, el viejo revolucionario busca a Kaim.
-Llegué hasta aquí, Kaim, sólo para cometer un terrible error al final. Ahora probablemente mis ojos son inútiles.
Por eso precisamente le pide a Kaim un último favor.
-Dime Kaim, ¿cómo es el mundo de fuera? ¿Ha triunfado la revolución?¿Se ve a la gente feliz? ¿Sonríen con alegría?
Kaim abre los ojos lentamente, y tan solo un poco, bajo la sombra de su mano.
Hasta donde puede ver, el suelo está lleno de cadáveres. Los cuerpos de las tropas reales y las revolucionarias se apilan unos sobre otros, y hay innumerables civiles muertos. Una madre yace muerta con su pequeño hijo en brazos; el sangriento cadáver del padre está junto a ellos, con los brazos extendidos en un intento inútil de protegerlos.
-Dime lo que ves, Kaim.
Kaim reprime un suspiro y responde.
El viejo revolucionario siente la verdad.
-Pase lo que pase, no abandonaré la esperanza, Kaim.
Kaim asiente, consciente de que así lo hará, y comienza a caminar.
-¿Adónde vas?
-No lo sé… A cualquier parte.
-Por qué no te quedas aquí y construyes un nuevo mundo con nosotros? De entre todos, tú puedes hacerlo, lo sé.
-Gracias, pero me marcharé de todas formas.
El viejo revolucionario no trata de retener a Kaim más.
En su lugar, como regalo de despedida, le repite las palabras que tan a menudo decía en la concha:-Siempre habrá esperanza, donde quiera que estés, hasta que tú mismo la abandones. ¡Nunca lo olvides!
Kaim sigue adelante.
Sus ojos se encuentran por casualidad con el cuerpo de un joven muchacho a sus pies. El chico exhaló su último aliento con los ojos completamente abiertos por el miedo.
Kaim se arrodilla y con cuidado cierra los párpados del chico.
Muy adentro sabe, en un recuerdo demasiado alejado para que incluso él lo alcance, que mientras que la oscuridad puede ser una gran fuente de terror, también puede traer paz intensa y duradera.
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