"Y creó Dios al hombre a su imagen,
a imagen de Dios lo creó;varón y hembra los creó."--Genesis 1:27
Nadie
conoce mejor una cosa que él que la ha diseñado ¿no es así? Los seres
humanos tenemos una gran capacidad de crear porque reflejamos esa
cualidad de nuestro creador Jehová Dios, y como él es el creador de
la humanidad, nadie mejor que él para saber que necesitamos y que
nos hace bien o nos hace mal.
Por
eso en la antigüedad dio a su pueblo Israel una serie de leyes sobre
lo que era limpio, lo que era impuro, que alimentos evitar, que
medidas tomar ante enfermedades como la lepra u otras que eran
comunes en esa época y que hacer en esas situaciones para recuperar
la limpieza.
Aunque
los israelitas no conocían como ahora nosotros si sabemos los
principios científicos que respaldan las buenas costumbres y hábitos
sanos que Jehová inculco en ellos mediante la ley, sin duda obedecer
estos mandatos divinos los beneficio tanto individualmente como en
conjunto como pueblo manteniendolos a salvo de epidemias y otros
riesgos, pues la ley consideraba consejos muy avanzados para esos
tiempos, por ejemplo detalles preventivos como la cuarentena. En el libro biblico de Levítico se registran dos capitulos (13 y 14) enteros al manejo de la lepra y podemos leer recomendaciones como la siguiente:
“Y el sacerdote tiene que mirarlo al séptimo día, y si por el aspecto que presenta se ha detenido la plaga, no se ha extendido la plaga por la piel, entonces el sacerdote tiene que ponerlo en cuarentena por otros siete días.”--Levítico 13:5
En otros pasajes se explica también cómo inmunizar la vivienda y la ropa de la víctima contra
posible reinfección y cuándo determinar que el paciente está curado, esto hace más de 3'000 años en un ambiente rodeado de creencias extrañas y supersticiones.
Una
de las normas más conocidas sobre la ley es la relacionada con los
animales limpios y los inmundos que indicaba que animales podían
comer y cuales no. Cuando Moisés sacó de Egipto a los hijos de Israel y los llevó al
desierto, tenía el problema de preservar la salud de ellos. Hizo esto
primero que nada de forma preventiva y por medio de los mandatos de Dios el prohibir la ingestión de diversos animales
inmundos como el cerdo, el conejo y los mariscos que potencialmente podían causar problemas de salud muy dificiles de atender en medio del desierto en esos tiempos.
De estos mandamientos se beneficiaban los
israelitas de dos maneras: por un lado los protegían de organismos
dañinos y por otro también se fortalecía una barrera entre ellos y
la gente de las naciones vecinas, de cuyas malas influencias Dios
deseaba protegerlos, pues en la Biblia se usa con frecuencia
la limpieza física como un símbolo o representación de la limpieza
espiritual.
“Porque yo soy Jehová que los estoy haciendo subir de la tierra de Egipto para resultar ser Dios para ustedes; y ustedes tienen que resultar santos, porque yo soy santo.”--Levítico 11:45
El punto que he querido resaltar hoy es que el énfasis de Jehová en
la obediencia exacta a sus mandamientos no es una imposición gravosa
de un dios egoísta que quiera privarnos de algo bueno o ponernos una
carga difícil de cumplir, no. Aunque ya no estamos bajo la ley
mosaica aun en nuestros tiempos aprender los mandamientos de Jehová
para nuestros días y aplicarnos es por nuestro bien, el consejo de
nuestro amoroso creador diciéndonos que es lo mejor para nosotros.
"Así ha dicho Jehová, Redentor tuyo, el Santo de Israel: «Yo soy Jehová, Dios tuyo, que te enseña para tu provecho, que te encamina por el camino que debes seguir.¡Si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río y tu justicia como las olas del mar."
--Isaias 48:17,18
Hasta la próxima, Cya!
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